¡MANTECA PARA TU CUERPO SERRANO!
Soy una lover de la natación.
La sincronizada no. he
intentado sin descanso formar ese grácil arco que hacen las nadadoras con el
pie fruncido y soy totalmente incapaz sin que un tironazo recorra toda mi
planta, seguida de la pantorrilla, para acabar en la mismísima ingle.
Nado, sin más.
Esta afición me ha llevado a decidirme por la fotodepilación
en todo mi cuerpo serrano. Uno de los pocos inconvenientes que le encuentro a
este sistema es que entre sesión y sesión hay que afeitarse las piernas y, en
mi caso, también las ingles (¡ay! Lo sé…)
Picor, irritación, un escozor demoníaco… qué os voy a
contar…
En estas me encontraba cuando Mary Jabones madre, harta de
tanto oírme renegar y rascarme cual camionero de la M-30 se puso a formularme
una crema hidratante, de las de hidratarse pero bien.
El resultado sus maternales cuitas fue una manteca con una
receta primorosa:
Como podéis ver, nada de agua, nada de parafinas y/o siliconas, ni conservantes, ni mucho menos testado con animales (a lo sumo, en esta animal que
os escribe…)
La ausencia de agua nos facilita formular sin conservantes. Si evitamos el agua, mantenemos en producto en un lugar fresco y seco y lo consumimos en un periodo
razonable de tiempo (uno o dos meses después de su fabricación) no debemos
tener problemas con nuestras cremas artesanas.
Esta es una manteca semisólida que, al contacto con el calor
corporal, se transforma en un untuoso y agradable aceite. Personalmente, prefiero
aplicarla después de la ducha, antes del secado. El agua que queda sobre la
piel ayuda a que se extienda de manera uniforme consiguiendo así un efecto
suave y ligero de rápida absorción. Una vez se ha secado la piel, extiendo un
poco más de manteca sobre las zonas más “problemáticas” aportando un extra de
hidratación.
La sensación de hidratación se mantiene hasta la siguiente
ducha, lo que no he conseguido ni con las cremas más pijas del mercado. Mis
ingles están primorosas y puedo depilarme las veces que sea necesario sin
sufrir los escozores de la muerte ni desear meter mis “partes pudientes” en
nitrógeno líquido.
La crema, como no podía ser de otra forma, se llama “Mi niña
suave” y desde luego, hace honor a su nombre.